De cuando en cuando hay empresas osadas que intentan hacer cosas realmente nuevas. Es algo extraordinario en un mercado que normalmente está dominado por unos gigantes que prefieren no arriesgar, no vaya a ser que.
Sucedió hace meses con Humane y su AI Pin, un pequeño dispositivo que parecía sacado de Star Trek y que tenía una ambición extraordinaria: la de
reemplazar a nuestro móvil. Para ello, prometieron sus creadores —
exingenieros de Apple— el producto aprovecharía la magia de la inteligencia artificial.
No cuenta con pantalla y tiene soporte limitado para gestos táctiles, así que la interacción se centra en la voz. Tú le hablas, él procesa la petición y luego te contesta lo mejor que puede.
El problema es que las dos últimas partes,
como pudimos comprobar en persona, no funcionan demasiado bien. Es lo que han dejado claro quienes han probado el Humane AI Pin, que se quejaban de su poca fiabilidad y sus muchas inconsistencias. Las críticas
han sido a menudo duras en cuanto a titulares, aunque es cierto que una vez uno leía o veía los análisis los razonamientos eran algo más moderados.
Las conclusiones, aún así, eran claras: tal y como ha aparecido en el mercado, el Humane AI Pin ni sustituye al smartphone
ni se acerca a lograrlo. ¿Podrá hacerlo en el futuro?
Parece difícil, sobre todo porque el smartphone es un producto demasiado redondo, demasiado pulido para la forma en la que concebimos actualmente la tecnología.
Y hasta que alguna propuesta cambie esa forma de concebirla, el smartphone seguirá siendo el rey. Mientras, eso sí,
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