En 1999 Steve Jobs acababa de volver a Apple y trataba de ponerla en su sitio. Intel dominaba la industria de los semiconductores, y no mucha gente prestó atención a una pequeña empresa que hizo su debut en el Nasdaq.
Esa empresa era NVIDIA, y su ascensión desde entonces, aunque llena de baches, ha sido espectacular.
De hecho, las acciones de NVIDIA han subido un 591.078% desde que se pusieron a la venta hace un cuarto de siglo, y gran parte de ese crecimiento se ha producido en el último año y medio. El auge de la inteligencia artificial generativa ha convertido a la empresa de Jensen Huang
en la más valiosa del mundo por valoración del mundo, algo que parecía impensable hasta no hace mucho. De hecho lo logra con otra métrica de récord: sus empleados
aportan a la compañía más que los de ninguna otra.
Sin embargo hoy NVIDIA es la empresa de la que incluso las grandes dependen. Sus gráficas profesionales son las más reputadas a la hora de entrenar modelos de inteligencia artificial, y eso ha hecho que su demanda sea asombrosa. Las grandes tecnológicas —con la excepción de Apple, que
tiene otra estrategia— no paran de comprar esas tarjetas, y la firma no da abasto.
Eso ha hecho que NVIDIA haya ido subiendo posiciones en la lista de empresas más importantes del mundo por capitalización bursátil.
Superó a Apple, y estos días
ha ido más allá y ha superado a Microsoft. Nada parece poder pararla, pero la pregunta es justamente esa: ¿lo logrará alguien? En el horizonte desde luego
aparecen amenazas, pero hoy por hoy una cosa está clara: a NVIDIA no hay quien le tosa.
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