En Apple suelen llegar tarde, pero suelen llegar con productos mucho más redondos que los de la competencia. Eso es justo lo que esperábamos de
Apple Intelligence, la gran apuesta de la compañía por la inteligencia artificial. Y sin embargo nos hemos quedado un poco fríos, porque a priori
esto es un más de lo mismo.
O eso es al menos lo que parece. No hay aquí ninguna revolución a nivel funcional, y las opciones mostradas por Apple eran básicamente las que habíamos visto desde hace meses en otros productos. La diferencia, no obstante, está en
cómo ha desplegado Apple esta propuesta.
Lo ha hecho en primer lugar con un foco absoluto en la privacidad, pero también con una apuesta que afecta a sus sistemas operativos no solo en sus apps nativas, sino en todas las que puedan aprovechar estas funciones. El alcance parece por tanto ser notable si logran que los usuarios aprovechen dichas funciones. Al menos, los que puedan utilizarla,
que no serán todos porque claro,
hay que vender más iPhone.
Pero es que además está
Siri, que se renueva —con
algunos olvidos, eso sí— y que incluso se aprovecha de un nuevo e interesante aliado: ChatGPT, que llega de la mano del
acuerdo con OpenAI. Lo curioso de ese acuerdo, por cierto, es lo que le paga Apple a la empresa de Sam Altman:
cero unidades de euro.
Lo verdaderamente importante en este lanzamiento no es si los modelos de Apple son peores o mejores que la competencia (son más limitados, parece). Lo importante es que son suyos, porque si algo le gusta a Apple,
es el control. Su ambición es clara: no acabar dependiendo de nadie (ChatGPT incluido), y esta es su primer paso para conseguir esa meta.
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